Todos estamos, en mayor o menor medida, familiarizados con el efecto placebo, fenómeno por el cual los síntomas de un paciente pueden mejorar tras la aplicación de un tratamiento utilizando una sustancia placebo, es decir, que no tiene ningun efecto sobre la sintomatología del paciente (una cápsula vacía, o conteniendo sustancia no medicamentosa, como azúcar...).
Pero también existe la vertiente negativa. Del mismo modo que pensar que un tratamiento te va a aliviar puede generar una respuesta positiva en el organismo, pensar que te vas a poner mal o que puedes sufrir efectos secundarios puede provocar un empeoramiento, incluso si el tratamiento aplicado no podía por sí mismo provocar esos daños. Es lo que se conoce como efecto nocebo (del latín "nocere" hacer daño).
El efecto nocebo aparece en los pacientes que están sugestionados y creen que los fármacos que están tomando les producirán efectos adversos. Dicho efecto explicaría la razón de que algunas personas experimenten efectos colaterales que no están relacionados con un determinado fármaco. Dichos efectos secundarios pueden hacer que el paciente deje de tomar la medicación o que los médicos dejen de administrar fármacos efectivos debido a las consecuencias que producen en el enfermo.
“La expectativa, es decir, lo que esperamos que suceda, influye en el desarrollo de nuestra enfermedad, provocando incluso que los síntomas desaparezcan o que surjan otros nuevos”, según el neurólogo alemán Magnus Heier.
Para leer más sobre el efecto nocebo, se recomienda:
Efecto nocebo, la desconfianza mata
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