El mieloma múltiple es una neoplasia o cáncer de la sangre que afecta a las células
plasmáticas, un tipo de glóbulo blanco que se localiza preferentemente en la
médula ósea. Está catalogada dentro de las gammapatías monoclonales, un grupo
heterogéneo de enfermedades caracterizadas por una producción anormal de
inmunoglobulinas y la aparición de tumores de células plasmáticas.
El mieloma múltiple constituye la neoplasia de células
plasmáticas más frecuente. Suele afectar predominantemente a personas de edad
avanzada, siendo la media de edad 65 años. Sólo el 15% y el 2% de los pacientes
tienen menos de 50 años y 40 años, respectivamente. En España, su incidencia
anual en adultos es de 40 nuevos casos por millón de habitantes y año, cifra
que representa el 1% de todos los cánceres y el 10% de los cánceres de la
sangre.
Existen algunos casos crónicos y asintomáticos, generalmente
en las etapas iniciales, que no precisan tratamiento y que pueden permanecer
controlados muchos años. En otras muchas ocasiones se trata de una enfermedad
que obliga a recibir tratamiento con quimioterapia y que puede alterar la vida
habitual del paciente durante muchos meses. Por este motivo los enfermos y sus
familiares pueden necesitar de ayuda social y de apoyo psicológico.
El principal síntoma son los dolores óseos, que presentan el
75% de los pacientes. Pueden aparecer en cualquier localización pero los más
frecuentes son los que se inician en la columna vertebral y en las costillas.
Otras posibles manifestaciones del mieloma múltiple son consecuencia de la
falta de glóbulos rojos (cansancio, debilidad, palpitaciones, mareos) o de la
alteración del normal funcionamiento de las plaquetas (fácil aparición de
hematomas, sangrado de nariz o encías). Además, pueden existir pérdida de peso,
infecciones frecuentes, fracturas óseas sin una causa evidente y, en ocasiones,
la aparición de verdaderos tumores de células plasmáticas (plasmocitomas).
El 80% de los pacientes de mieloma múltiple presentan
osteoporosis, osteólisis (cuando se desgastan y disminuyen una o más áreas de
un hueso), o fracturas óseas en el momento del diagnóstico. Las regiones
afectadas con más frecuencia son: el cráneo, la columna vertebral, las
costillas, el esternón, la pelvis y los huesos largos como el fémur. Una cuarta
parte de los pacientes con mieloma múltiple presenta insuficiencia renal en el
momento del diagnóstico.
El diagnóstico de mieloma múltiple se basa en la
demostración de una cantidad anormalmente elevada de una determinada
inmunoglobulina en la sangre o en la orina y un exceso de células plasmáticas
en médula ósea. Existen formas “minor” de evolución más incierta o silente.
El pronóstico de los pacientes afectos de mieloma múltiple
varía sustancialmente en función de la edad del paciente, del estadio en la
detección de la enfermedad, del estado general del paciente, de la presencia de
determinadas alteraciones citogenéticas, de si presentan insuficiencia renal
grave y, sobretodo, de si responden al tratamiento.
En la actualidad existe consenso en que un paciente con
mieloma múltiple sólo debe tratarse si existen alguno de los siguientes:
hipercalcemia, insuficiencia renal, anemia o lesiones óseas.
La finalidad del tratamiento (quimioterapia) es siempre frenar la evolución
de la enfermedad y mejorar los síntomas ya que, lamentablemente, ninguno de
ellos permite su curación. De todas maneras, más de la mitad de los pacientes
logra la desaparición de todos los síntomas (remisión completa) o bien de parte
de ellos (remisión parcial) con alteraciones analíticas que pueden mantenerse
controladas muchos meses o años.
El único tratamiento del mieloma múltiple con posibilidades
curativas es el trasplante alogénico de progenitores hematopoyéticos (a partir
de un donante compatible). Lamentablemente, la avanzada edad de la mayoría de
los pacientes y la elevada toxicidad del procedimiento, hacen que pueda
emplearse en contadas ocasiones. Los mejores resultados se están obteniendo con
una nueva modalidad de trasplante alogénico mucho menos tóxica, los trasplantes
de intensidad reducida. Estos trasplantes, en especial cuando son realizados
unos meses después del trasplante autólogo inicial (trasplante en tándem), y estando
el paciente en respuesta completa, están ofreciendo resultados esperanzadores.
La radioterapia es muy efectiva para el tratamiento de los
dolores óseos y las formas localizadas de la enfermedad.
Como medida complementaria, los bifosfonatos (etidronato,
pamidronato, clodronato, celedronato) son agentes que inhiben la actividad de
los osteoblastos, células responsables de la destrucción ósea, y favorecen la
recalcificación del hueso. Por ello, suelen administrarse una vez al mes y de
forma prolongada a todos los pacientes con mieloma.