La incorporación al lenguaje por parte del niño no es un fenómeno instintivo, como la necesidad de alimento, ni fruto del predecible desarrollo neurofisiológico del ser humano, sino un proceso “cultural” en un mundo hecho de palabras, que comienza por asignarle un Nombre que lo representa, desde donde poder configurar su “yo” y expresar sus ideas y sentimientos, o encontrar dificultades para ello, como en la tartamudez.
La adquisición del lenguaje es un proceso complejo, trascendental y arduo, a través del cual el bebé pasa de ser objeto de atención de los demás –dejándose hacer- a ir significándose como él mismo, a través de la palabra; algo que requiere ciertas renuncias, existiendo el riesgo de no culminarlo y quedarse “enganchado”. Según algunos estudios consutados aproximadamente uno de cada 20 niños desarrolla tartamudeo antes de cumplir cinco años de edad, pero sólo uno de cada 100 continuará con el trastorno hasta la adolescencia. El tartamudeo tiende a comenzar a alrededor de los tres años de edad. Cuatro de
cada cinco niños dejar de tartamudear sin intervención, a menudo en el curso de dos años. Pero uno de cada cinco seguirán tartamudeando de forma persistente y la terapia temprana puede ofrecer beneficios importantes.
Los síntomas de la tartamudez dependen de la etapa en que el niño desarrolle ese trastorno. Algunos
expertos en el tema determinan que la tartamudez tiene cuatro etapas:
1- La etapa de las repeticiones iniciales: Se trata de repeticiones y vacilaciones del niño que está
empezando su aprendizaje del lenguaje. Suele ocurrir alrededor de los 3 años de edad.
2- La etapa de las repeticiones convulsivas. Ocurre cuando el niño emite repeticiones más lentas y
espasmódicas. Es llamada de tartamudez de transición y suele ocurrir cuando el niño tiene 6 a 7 años.
3- La etapa confirmada. Cuando el niño habla sufre interrupciones evidentes, se enrojece y no emite
sonidos. Luego, vuelve a expresar un discurso aparentemente violento. Es la tartamudez confirmada. El niño es consciente de que su manera de hablar es un problema.
4- La etapa avanzada. Cuando el niño tartamudea, con movimientos asociados, e incluso presenta trastornos respiratorios.
Los síntomas consisten en:
- Repeticiones, bloqueos, y prolongaciones de sonidos, palabras, sílabas, etc.
- Alteración en la respiración
- Alteración en el tono de la voz
- Sentimientos de ansiedad, frustración,, vergüenza al hablar
- Temblores
- Aumento del ritmo cardíaco
- Aumento de la tensión muscular debido al esfuerzo para concluir lo que se quiere decir
- Movimiento asociados como muecas en la casa, movimientos de la cabeza, encogimiento de los
hombros, etc.
Desde Demóstenes con sus piedras en la boca se han realizado muchos tratamientos en busca de la fluidez con resultados positivos que solamente se dan en individuos concretos y a veces en periodos cortos de tiempo. Los que han tenido éxito suelen proponer el método que han seguido para aplicarlo de forma general; pero los resultados no han acompañado a las expectativas.
El tratamiento de ese trastorno es complejo al tratarse de una afección de etiología multifactorial. Su terapia va a depender de la etapa en la cual se encuentra. Se calcula que las dos terceras partes de los niños con alteraciones en la fluidez al hablar las superarán espontáneamente, sin necesidad de tratamiento,
pero es indispensable saber si se trata de un niño con riesgo futuro de tartamudez. Si se confirma el
diagnostico, se debe comenzar un tratamiento antes de los 6 años, cuando el lenguaje todavía no está
consolidado. A esta edad el cuadro clínico puede revertirse completamente.
La tartamudez infantil se puede curar perfectamente en el 80%, con tratamiento en Logopedia. El
tratamiento será más complejo en los casos de etapas más avanzadas. Consistirá en entrenar las
habilidades de fluidez del habla del niño, a través de un terapeuta del lenguaje, aparte de tratar los
aspectos conductuales del niño
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