El sonido es algo consustancial con la vida. La vida en sociedad y el desarrollo consecuente nos obligan a vivir en un entorno en el cual el mundo de los sonidos se vuelve agresivo para el hombre, de manera que se puede considerar al ruido como un importante contaminante en la actualidad, dando lugar a una clara patología específica.
Los efectos nocivos del ruido sobre la audición se conocen desde hace siglos. La referencia más antigua sobre el efecto del ruido en la audición, es una observación registrada en el siglo I de n.e. por Plinio el viejo en su "Historia natural", cuando menciona que la gente que vivía cerca de las cataratas del Nilo "quedaba sorda". A finales del siglo XIX, con el advenimiento de la máquina de vapor y la iniciación de la era industrial, aparece el ruido como un importante problema de salud pública. En esta etapa comienza a documentarse la sordera de los trabajadores expuestos, como los forjadores y los soldadores. Fosbroke, en 1831, mencionó la sordera de los herreros y Wittmarck hizo lo propio en 1907, al mostrar el efecto histológico del ruido en el oído; en 1927, McKelvie y Legge informan acerca de la sordera de los algodoneros; en 1939, Lars describe la sordera de los trabajadores en astilleros y, en 1946, Krisstensen se refiere a la sordera de los aviadores y de los tripulantes de submarinos
Las consecuencias del ruido sobre la salud las podemos dividir en : reacciones fisiopatológicas, psicológicas y lesivas.
Las reacciones fisiopatológicas, son aquellas que afectan físicamente al organismo en sus funciones y entre ellas cuando los ruidos producen más de 60 decibelios son: aceleración de la respiración y del pulso, aumento de la presión arterial, disminución del peristalismo digestivo, que ocasiona gastritis o colitis, problemas neuromusculares que ocasionan dolor y falta de coordinación, disminución de la visión nocturna, aumento de la fatiga y dificultad para dormir, entre otros.
Con respecto a los cambios psicológicos, se ha observado que ante el ruido excesivo y constante,
disminuye la concentración, la efectividad y la productividad y aumenta la frecuencia de accidentes de trabajo, la irritabilidad y los estados histéricos y neuróticos.
En cuanto a los lesivos, o sea a los que ocasionan daños orgánicos, cuando una persona está expuesta a más de dos horas diarias a un ruido excesivo, se producen lesiones de mayor o menor gravedad en el oído.
Inicialmente los daños pueden recuperarse en alrededor de 10 días, pero con una exposición más
prolongada, las lesiones son irreparables y la sordera se va desarrollando de forma crónica y permanente.
Entre los efectos físicos más serios está la pérdida auditiva o presbiacusia que afecta principalmente a personas mayores y la socioacusia (incapacidad para la comunicación personal, se reduce la calidad de vida del ser humano y su socialización) que es medible después de algunos años. Otra de las consecuencias es la presencia de acufenos o la percepción de ruidos en los oidos o en la cabeza sin la presencia de una causa externa que los produzca. Este efecto se presenta después de una intensa agresión acústica
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