Posee más de 2.000 componentes que proceden de ingredientes como el lúpulo y la cáscara de cebada o que son consecuencia del proceso de fermentación de estas materias primas. Su composición nutricional ha generado un creciente interés por estudiar la relación de su consumo moderado con la salud.
La cerveza, bebida originaria de la cultura mediterránea vinculada desde la antigüedad a fines terapéuticos, por ejemplo, hace 6.000 años era consumida por los sumerios con el objetivo de evitar enfermedades infecciosas del agua, luego los griegos y los romanos la utilizaron en todos sus imperios,…
¡Hipócrates la asoció a importantes beneficios como calmante suave para apagar la sed, su aportación a la elocución, por su fortalecimiento del corazón y su defensa de las encías!..., además, galos y germanos mejoraron la técnica de fabricación original con métodos similares a los actuales.
Es una bebida fermentada, de baja graduación alcohólica y con unas características específicas en su composición que la diferencian del resto de bebidas y le confieren un especial interés nutritivo.
Está elaborada a partir de ingredientes naturales como el agua, la cebada malteada y el lúpulo y con bajo contenido calórico (45 kcal/100 ml) y diversos nutrientes como vitaminas del grupo B (especialmente ácido fólico), fibra y minerales (silicio, potasio, magnesio, calcio y poco sodio).
En concreto, en los últimos 25 años se han publicado numerosas investigaciones científicas que confirman su actividad antioxidante y, por tanto, sus posibles beneficios sobre las enfermedades cardiovasculares, la salud ósea o la mejora del sistema inmune. Asimismo, algo muy importante, uno de los polifenoles más destacados de la cerveza es el xanthohumol, presente en el lúpulo, que ha demostrado en diversas investigaciones científicas in vitro y en animales de experimentación poseer actividad quimiopreventiva frente a varios tipos de cáncer.
La cerveza sin alcohol se trata de una bebida altamente hidratante cuyo consumo moderado puede estar incluido en la dieta de aquellas personas que padecen hipertensión arterial, puesto que un botellín de esta cerveza aporta al día 10 mg de calcio, potasio y muy poco sodio, además, contiene cantidades variables de compuestos fenólicos con efectos antioxidantes que contribuyen a prevenir las enfermedades cardiovasculares. Por lo tanto, el consumo moderado de las bebidas fermentadas puede formar parte de una alimentación saludable añadida a la Dieta Mediterránea, por las propiedades que les confieren su baja graduación y las materias primas con las que están elaboradas.
No olvidemos que la Dieta Mediterránea es quizá uno de los modelos alimentarios más saludable del planeta, hecho corroborado por numerosos estudios epidemiológicos y experimentales de nutrición que muestran que los países del Mediterráneo gozan de tasas de morbilidad por enfermedades crónicas más bajas y esperanza de vida más elevada.
En definitiva, la ingesta moderada de bebidas ricas en polifenoles, como la cerveza, ejerce efectos protectores sobre el sistema cardiovascular, múltiples estudios epidemiológicos avalan que el consumo moderado de estas bebidas ricas en los citados polifenoles, también la sidra, tienen muchos beneficios en el organismo,… ¿Qué se considera una ingesta moderada de cerveza?... ¡pues no más de tres vasos al día!.
Juan Carlos Moreno es colaborador habitual de Médicos y Pacientes (Rincón del paciente)
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