Es un trastorno de causa poco clara, probablemente con la intervención de factores genéticos, ahora reconocidos, y ambientales, en el que existe una alteración a nivel del sistema nervioso central, manifestándose mediante un aumento de la actividad, impulsividad y falta de atención, y asociándose con frecuencia otras alteraciones.
En un estudio llevado a cabo por el Instituto de Salud Mental de EEUU la prevalencia del trastorno se sitúa entre el 3 y el 5% en niños en edad escolar. Los datos sobre la adolescencia y la edad adulta son imprecisos. En lo referente a la distribución de sexos, hay una mayor incidencia de TDAH en varones, con una relación 4/1 (4 varones por cada niña) en población general y 9/1 en población clínica.
Esto es debido, en parte porque el TDAH está infradiagnosticado en las niñas, puesto que presentan menos comportamientos perturbadores, que son los que interfieren en la vida escolar y familiar, pero a su vez presentan más síntomas de humor/ansiedad que los chicos.
El TDAH en España es el trastorno neurobiológico más común en niños. Se estima que entre el 3 y 7% (en algunos estudios se eleva hasta el 8-10%) de la población infanto-juvenil la sufre, lo que equivale a uno o El factor genético está demostrado, puesto que el TDAH es 5-7 veces más frecuente en hermanos y 11-18 veces más frecuente en hermanos gemelos. Se han descrito varios genes posiblemente implicados.
En la revista Jano se ha publicado un articulo en el que Investigadores de los Institutos Nacionales de la Salud en Bethesda (Estados Unidos) han descubierto un vínculo entre el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) y el gen Latrophilina 3 (LPHN3). Los resultados del trabajo se publican en la edición digital de la revista Molecular Psychiatry.
Los resultados mostraron una asociación entre el TDAH y una región genómica en LPHN3. Los
investigadores replicaron entonces estos resultados en muestras de cinco poblaciones de otras áreas del mundo, incluyendo Alemania, Noruega, España y otras dos de Estados Unidos.
El TDAH es una de las causas más frecuentes de fracaso escolar y de problemas sociales en la edad
infantil.
El Trastorno de Déficit de Atención con/sin Hiperactividad (TDAH) generalmente se diagnostica en los primeros años de la enseñanza primaria. Algunos síntomas, no obstante, están ya presentes antes de los 7 años de edad, y con frecuencia persiste en la adolescencia y en la vida adulta. Se diagnostica más frecuentemente en varones (en una proporción aproximada de 4 chicos por cada chica). Los síntomas suelen atenuarse a lo largo de la adolescencia y la vida adulta, sobre todo la hiperactividad, y aunque en muchos casos aún persisten durante este periodo, el paciente puede ir compensándolo.
El TDAH es un trastorno aún poco reconocido, por lo que menos de la mitad de los pacientes afectados ha recibido un diagnóstico adecuado, y aún dentro de éstos, pocos reciben el adecuado tratamiento. Ello determina un impacto negativo muy importante tanto para el bienestar del paciente como el de su familia.
Un niño con TDAH que no recibe un diagnóstico y/o un tratamiento correctos tiene altas probabilidades de sufrir, a lo largo de su desarrollo, un notable deterioro de su rendimiento escolar, de sus relaciones familiares y de su entorno social. Y lo que es más grave, que dicho deterioro y sus consecuencias se extiendan durante su vida adulta en forma de problemas laborales, dificultades de pareja, consumo de drogas, conductas antisociales y otros trastornos psiquiátricos asociados.
Los niños con TDAH son muy "movidos" e impulsivos, y tienen problemas para prestar atención y para concentrarse. Aún a pesar de intentarlo, son incapaces de escuchar correctamente, de organizar sus tareas, de seguir instrucciones complejas, de trabajar o jugar en equipo. El actuar sin pensar (la conducta impulsiva) provoca problemas con padres, amigos y profesores. Suelen ser niños inquietos, siempre en movimiento, incapaces de permanecer sentados mucho tiempo o con una constante inquietud (que se ve en tamborileo de dedos, movimiento constante de los pies o las piernas, etc.).
El TDAH afecta negativamente al rendimiento de estos niños en el colegio, así como a otros aspectos de su vida familiar y social.
Son manifestaciones de una conducta hiperactiva:
Estar en constante movimiento,
Incapacidad para permanecer sentado mucho tiempo,
Correr o trepar por sitios o en momentos inapropiados,
Hablar en exceso,
Jugar muy ruidosamente,
Estar en actividad constante,
Contestar antes de que termine la pregunta,
Ser incapaz de esperar el turno en las colas o en actividades,
Interrumpir sin justificación a los demás.
Casi todos los niños con TDAH tienen problemas por sus conductas hiperactivas e impulsivas antes de los 6 años. Sus padres suelen describirlos como inquietos o difíciles desde que eran bebés, e incluso hay madres que los describen como hiperactivos durante el embarazo.
El niño con TDAH es en muchas ocasiones incapaz de controlar su propia conducta. A veces parecen estar en otro mundo y no responden cuando se les pide que paren o se reclama su atención (mientras que el niño que se porta mal intencionadamente suele estar pendiente de las reacciones y respuestas de los adultos). Los padres perciben en el niño con frecuencia que es un problema de "no poder" más que de "no querer", por lo que se sienten frustrados en su capacidad para criarlos y educarlos. Muchos de ellos han ensayado decenas de métodos diferentes para intentar controlar los problemas conductuales de sus hijos, normalmente con escaso éxito.
Son manifestaciones de los problemas de atención:
Dificultad para seguir instrucciones,
Parecen no escuchar a padres o profesores,
Incapacidad para centrarse en las actividades,
Suelen perder cosas importantes para casa o el colegio,
No prestan atención a los detalles,
Sus conductas parecen desorganizadas,
No son capaces de planear por anticipado con eficacia,
Son olvidadizos y despistados,
Parecen distraídos con frecuencia.
El niño con TDAH con frecuencia pierde el interés por las actividades que está realizando en pocos
minutos, por lo que cambia constantemente de una actividad a otra.
Si un niño presenta este tipo de problemas sólo en un entorno (por ejemplo, sólo en casa, o sólo en el
colegio), es improbable que el problema sea el TDAH. Aunque los síntomas del TDAH se agravan en situaciones de mayor desorganización (lugares ruidosos, con mucha gente, etc.), están presentes en mayor o menor medida en casi todas las situaciones y entornos de la vida del niño (en casa, en el colegio, con los abuelos, haciendo la tarea escolar, viendo la televisión,...). Aunque las situaciones que les divierten (como ver dibujos animados o jugar con videojuegos) les permiten centrar su atención con mayor eficacia, la inquietud (agitar manos, piernas, pies,...) generalmente persiste. Esta variabilidad en las respuestas al entorno a veces genera una interpretación desde fuera de voluntariedad por parte del niño, por lo que se les atribuyen calificativos como "caprichoso", "malcriado", "vago", ...
Algunos niños sólo presentan problemas en el área atencional, y están ausentes los de la hiperactividad y la impulsividad. Es el llamado TDAH, en el que domina la falta de atención.
La clasificación norteamericana de enfermedades psiquiátricas DSM-IV comprende dos grupos de
síntomas fundamentales, la inatención y la hiperactividad/impulsividad, definiendo tres subtipos de TDAH:
Tipo combinado: es el más frecuente. Presenta síntomas en ambos grupos de síntomas.
Tipo predominantemente inatento: destacan los síntomas en el área atencional, y los de la
hiperactividad/impulsividad no son significativos.
Tipo predominantemente hiperactivo-impulsivo: destacan los síntomas de hiperactividad e
impulsividad, y los del área atencional no son significativos.
La clasificación europea del trastorno, expresada en la CIE-10 (Clasificación de enfermedades de la
Organización Mundial de la Salud), lo denomina Trastorno Hipercinético. Comprende tres grupos de síntomas fundamentales (inatención, hiperactividad, e impulsividad, estos dos últimos unidos en un solo grupo en el DSM-IV), y su diagnóstico exige la presencia significativa de síntomas tanto de inatención como de hiperactividad y de impulsividad. Así, su descripción corresponde a la variante más severa del trastorno, siendo similar al TDAH Tipo Combinado.
Los objetivos del tratamiento del TDAH son los siguientes:
Mejorar o anular los síntomas-guía del TDAH
Reducir o eliminar los síntomas asociados
Mejorar las consecuencias del TDAH: aprendizaje, lenguaje, escritura, relación social, actitud en el entorno familiar, etc
Las tres bases imprescindibles del tratamiento son:
1. Información exhaustiva a padres y profesores.
3. Tratamiento farmacológico.
2. Tratamiento psicopedagógico.
El tratamiento farmacológico es imprescindible en 7 de cada 10 niños con TDAH, y tiene que
individualizarse en cada niño, identificando la dosis mínima eficaz y bien tolerada por el mismo. Aunque hay otras alternativas farmacológicas, el tratamiento habitual es mediante psicoestimulantes, que mejoran la liberación de noradrenalina y dopamina.
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