Si bien este síndrome no tiene entidad clínica en los principales manuales diagnósticos, lo cierto es que existe una serie de características definitorias del mismo y que nos pueden ayudar a definir el perfil
- Persona a la que el perfeccionismo le lleva a sentirse culpable cuando algo sale mal, especialmente en lo que respecta a satisfacer a otros.
- Se siente imprescindible; es ella quien debe encargarse de hacer las cosas.
- Su idea de amor es igual a la de sacrificio. Se resigna al malestar, al cansancio y al resto de consecuencias negativas que trae consigo el desgaste debido al cuidado de otra persona.
- Asume las responsabilidades y tareas de su Peter Pan, por lo que, en caso de no serlo, asume el papel de madre de su pareja.
- Evita los conflictos e intenta hacer feliz a la otra persona dejando a un lado su propia felicidad.
- Se disculpa o se siente culpable por las cosas que no le ha sido posible hacer.
Las influencias culturales o un estilo educativo en el que se realza la figura de la mujer como cuidadora y responsable de las cargas familiares pueden aumentar la probabilidad de que se padezca ese síndrome, ya que se fomenta la idea de la mujer como encargada del cuidado y bienestar de los otros.
Por otro lado, rasgos de personalidad como la baja autoestima o la introversión, unidos a la necesidad de afecto son otros de los principales motivos que dan lugar a este problema.
El síndrome de Wendy es difícil de detectar, ya que todavía en muchos contextos la conducta que lleva a cabo la mujer que lo padece es la considerada como la deseable. Por ello, se debe tener en cuenta la influencia de la cultura para considerar este comportamiento como un trastorno o no. Sin embargo, con independencia de que estos comportamientos sean considerados como un síndrome o como lo esperable, lo cierto es que “vivir así” trae consigo una serie de consecuencias negativas a nivel emocional y de pareja:
- Tristeza y soledad: estas personas acaban por sentirse solas, sin nada que las satisfagan. Además, pocas veces se da las gracias por algo que ellas mismas hacen que se considere como “un derecho”.
- Depresión y trastornos de ansiedad: sentir que no llegan a todo lo que se proponen unido a la falta de refuerzo por el entorno que le rodean puede dar lugar a problemas emocionales.
- Burnout (estar quemado): este síndrome, comúnmente asociado al ámbito laboral, también puede aparecer aquí por la incompatibilidad y ambigüedad de tareas, falta de tiempo para sí misma, etcétera. Esto hace que se sientan agotadas y al límite de sus posibilidades.
- Problemas de pareja: el síndrome hace imposible el principio de equidad en la pareja a partir del que ambos miembros son iguales a la hora de asumir responsabilidades.
Cuidar nuestra autoestima también nos ayudará a prevenir este tipo de trastorno. Una persona con sana autoestima es capaz de revisar su concepto de amor dándose cuenta de que lejos de ser resignación o sacrificio, amar es un medio de obtención de cosas agradables por ambas partes
Acabar con la idea de “si me esfuerzo mucho por ti verás que te quiero y así no me dejarás” es la base de la terapia en el síndrome de Wendy. El objetivo principal de la terapia es que pierdan el temor a ser abandonadas o rechazadas si no hacen todo lo que el otro quiere, ya que, si no se trabaja esta idea irracional, es difícil que lleguen a modificar su comportamiento.
Posteriormente, mediante técnicas cognitivas se trabaja la idea irracional actual enseñándole a ver la relación con su comportamiento, ayudándole a percatarse al mismo tiempo de cómo este miedo no le ayuda a conseguir su objetivo, sino a entrar en un círculo vicioso en el que su miedo se incrementa por la “no exigencia” de atenciones y afecto por parte del otro.
Al mismo tiempo, se debe entrenar a la paciente en habilidades interpersonales como aprender a “decir no” y delegar tareas.
Finalmente, el síndrome de Wendy puede no ser tal y enmascarar una necesidad de control al otro (“si yo me hago imprescindible para ti, yo tengo más poder que tú; te controlo).
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