Hay millones de personas en el mundo que conviven con perros o gatos procurándoles atenciones y cuidados de forma natural y disfrutando de la compañía que estas y otras mascotas aportan.
Sin embargo, también hay quienes tienden a recoger todos los animales que se encuentran por la calle para acogerlos en casa, en un proceso infinito que no se detiene ante el deterioro del hogar. Este trastorno se conoce como síndrome del arca de Noé, o, simplemente, síndrome de Noé.
Se trata, en realidad, de una variante del síndrome de Diógenes, asociado a aquellos individuos que
acumulan basura y objetos inútiles. En el caso que nos ocupa, el afectado reúne animales domésticos de manera obsesiva, como si fuera una colección. Pero, al tratarse de seres vivos, estos también resultan afectados por el trastorno del amo.
Muchas veces, los bichos acaban en peores condiciones que las que tenían en la calle, ya que el supuesto cuidador no les ofrece las atenciones mínimas que necesitan: ni comida, ni agua, ni condiciones higiénicas.
La sobreabundancia de habitantes en la casa produce una falta de limpieza y de espacio acuciantes. Los problemas de salud son frecuentes, porque el supuesto cuidador no acude al veterinario ni sigue los programas de vacunas.
El Noé de turno no reconoce que los animales están mal atendidos, pese a que alcancen niveles
alarmantes de desnutrición, deshidratación, infestación parasitaria, ataques entre ellos, canibalismo o cría incontrolada en un espacio lleno de orina y heces.
El síndrome se da en individuos que se sienten solos, habitualmente personas mayores sin familia ni redes sociales de cualquier tipo. A veces se debe a una manifestación sintomática de problemas psicóticos o de un trastorno obsesivo-compulsivo, y en ciertas ocasiones forma parte de un cuadro depresivo.
Lejos de ser un hecho aislado, se trata de un fenómeno relativamente frecuente.
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