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domingo, 8 de noviembre de 2015

Síndrome del Arca de Noé

Hay millones de personas en el mundo que conviven con perros o gatos procurándoles atenciones y cuidados de forma natural y disfrutando de la compañía que estas y otras mascotas aportan.
Sin embargo, también hay quienes tienden a recoger todos los animales que se encuentran por la calle para acogerlos en casa, en un proceso infinito que no se detiene ante el deterioro del hogar. Este trastorno se conoce como síndrome del arca de Noé, o, simplemente, síndrome de Noé.
Se trata, en realidad, de una variante del síndrome de Diógenes, asociado a aquellos individuos que
acumulan basura y objetos inútiles. En el caso que nos ocupa, el afectado reúne animales domésticos de manera obsesiva, como si fuera una colección. Pero, al tratarse de seres vivos, estos también resultan afectados por el trastorno del amo.
Muchas veces, los bichos acaban en peores condiciones que las que tenían en la calle, ya que el supuesto cuidador no les ofrece las atenciones mínimas que necesitan: ni comida, ni agua, ni condiciones higiénicas.
La sobreabundancia de habitantes en la casa produce una falta de limpieza y de espacio acuciantes. Los problemas de salud son frecuentes, porque el supuesto cuidador no acude al veterinario ni sigue los programas de vacunas.

El Noé de turno no reconoce que los animales están mal atendidos, pese a que alcancen niveles
alarmantes de desnutrición, deshidratación, infestación parasitaria, ataques entre ellos, canibalismo o cría incontrolada en un espacio lleno de orina y heces.
El síndrome se da en individuos que se sienten solos, habitualmente personas mayores sin familia ni redes sociales de cualquier tipo. A veces se debe a una manifestación sintomática de problemas psicóticos o de un trastorno obsesivo-compulsivo, y en ciertas ocasiones forma parte de un cuadro depresivo.
Lejos de ser un hecho aislado, se trata de un fenómeno relativamente frecuente.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

Síndrome de Diógenes

La observación de casos repetidos de mayores con comportamientos extremadamente huraños que vivían  recluidos en sus propios hogares y rehuían cualquier contacto con otras personas motivó la aparición en la década de los 60 de un trabajo científico que detallaba este extraño patrón de conducta. En 1975 fue bautizado como Síndrome de Diógenes, en referencia a Diógenes de Sínope, un filósofo de la época de Aristóteles famoso por preconizar un modo de vida austero y renunciar a todo tipo de comodidades.
El síndrome de Diógenes o síndrome de acumulación compulsiva, es un trastorno mental que hace que las personas sientan un deseo inmenso de acumular objetos considerados inútiles, como diarios viejos ocorreo, basura.
Se caracteriza por aislamiento social, reclusión en el propio hogar y abandono de la higiene. Las personas que lo sufren pueden llegar a acumular grandes cantidades de basura en sus domicilios y vivir voluntariamente en condiciones de pobreza extrema. El anciano suele mostrar una absoluta negligencia en su autocuidado y en la limpieza del hogar. Suelen reunir grandes cantidades de dinero en su casa o en el banco sin tener conciencia de lo que poseen. Por el contrario, piensan que su situación es de pobreza extrema, lo que les induce a ahorrar y guardar artículos sin ninguna utilidad. Es frecuente que almacenen cantidades grandísimas de basura y desperdicios sin ninguna utilidad. Incluso se han visto casos de personas que atesoraban billetes antiguos sin curso legal, bombonas de butano o latas de pintura.
En primera instancia, el tratamiento para estas personas va dirigido a tratar las posibles complicaciones derivadas del mal estado nutricional e higiénico. Sin embargo, acto seguido es necesario instaurar medidas preventivas para que el cuadro no vuelva a repetirse. Para ello se necesita un apoyo social suficiente, a través de una institución geriátrica o de asistencia domiciliaria. El problema es que los propios afectados
suelen rechazar la ayuda social. Si no están incapacitados por motivo de alguna patología psiquiátrica de base o una demencia, no pueden ser ingresados en una residencia sin su consentimiento, con lo que termina volviendo a su tipo de vida anterior.