El síndrome de Rett es una patología del desarrollo neurológico, de causa genética, que afecta principalmente a las niñas y muy rara vez a los niños. Produce graves discapacidades. Esta enfermedad debe su nombre al médico Austriaco Andreas Rett, quien en el año 1966 describe los casos de 22 niñas que tenían movimientos repetitivos en las manos, como de “lavado de manos”, acompañado de problemas motores y retraso mental.
La causa del síndrome de Rett es una alteración (mutación) en el gen MECP2 (methyl-CpG-binding protein 2), localizado en el locus (posición de un gen dentro de un cromosoma) q28 del Cromosoma X. A través de este gen se produce una proteína (llamada MeCP2) que está ampliamente distribuida a nivel del núcleo de las células y que es especialmente abundante en las neuronas maduras del sistema nervioso central. Esta proteína juega un papel importante en la regulación de la sinapsis (comunicación entre las neuronas) y es fundamental en el desarrollo del sistema nervioso tras los primeros meses de vida. Existen más de doscientas mutaciones descritas en este gen, sin embargo no se sabe con exactitud cómo actúa la proteína anormal que codifica el gen mutado para producir la enfermedad.
Aunque el síndrome de Rett (ver vídeo) es de causa genética, en cerca de un noventa y nueve por ciento de los casos la mutación aparece en el paciente espontáneamente durante su desarrollo embrionario en el vientre materno, por lo tanto no lo ha heredado de sus padres. En el uno por ciento de las familias restantes con Rett el gen defectuoso se ha transmitido desde las mujeres portadoras de la mutación hacia sus hijos. Los científicos aún están tratando de comprender el proceso de la herencia en esta complicada enfermedad.En relación a su prevalencia, esta enfermedad se clasifica en el grupo de enfermedades raras y se presenta en uno de cada diez mil recién nacidos vivos del sexo femenino, siendo la segunda causa más frecuente de retraso mental en este sexo.
Usualmente se diagnostica durante los dos primeros años de vida, lo que es fundamental para indicar tratamientos dirigidos a mejorar en retraso psicomotor que presentan los pacientes, ya que los cambios en los patrones normales de desarrollo mental y social comienzan entre los seis y los 18 meses.
Cuando la mutación aparece en recién nacidos del sexo masculino la enfermedad suele ser muy agresiva, porque los niños poseen un solo Cromosoma X y éstos mueren durante los primeros días de vida.
Se
recomienda consultar con un neurólogo pediátrico o a un pediatra
especializado en el desarrollo para confirmar el diagnóstico
clínico del síndrome de Rett. El médico utiliza
unas pautas sumamente específicas, las cuales se dividen en tres tipos
de
criterios clínicos diversos: esencial, de apoyo y de exclusión. La presencia de cualquiera de los criterios de exclusión niega un diagnóstico "clásico" o "típico" del síndrome de Rett.
Ejemplos de criterios o síntomas de diagnóstico esenciales
incluyen un desarrollo aparentemente normal hasta los 6 y 18 meses de
edad y poseer una circunferencia de la cabeza normal
al nacer seguida por retrasos en el índice del
crecimiento de la cabeza con el pasar del tiempo (entre los 3 meses y
los 4
años de edad). Otros criterios de diagnóstico
esenciales incluyen un deterioro significativo del habla, movimientos
repetitivos
de la mano, sacudidas del torso, caminar sobre
las puntas del pie o un paso inestable, rígido y con aumento en la base
de
sustentación (piernas separadas).
Los criterios de apoyo
no se requieren para un diagnóstico del síndrome de Rett pero pueden
ocurrir en algunos pacientes. Además, estos síntomas
- cuya gravedad varía de niño a niño - pueden
que no estén presentes en niñas muy pequeñas, pero podrían desarrollarse
con
la edad. Un niño que cumpla con los criterios de
apoyo pero que no cumpla ninguno de los criterios esenciales no
padece del síndrome de Rett. Los criterios de apoyo incluyen
dificultades en la respiración; anormalidades en el electroencefalograma
(EEG); convulsiones; rigidez muscular,
espasticidad y/o contracturas de las coyunturas que empeoran con la
edad; escoliosis;
rechinar o crujir los dientes; pies pequeños en
relación a la estatura; retrasos en el crecimiento; disminución del
tejido
graso del cuerpo y la masa muscular (aunque
puede haber una tendencia hacia la obesidad en algunos adultos
afectados); patrones
anormales del sueño, irritabilidad o agitación;
dificultades para masticar o deglutir (tragar); mala circulación en las
extremidades
inferiores, con pies y piernas fríos y
amoratados; movilidad disminuida con la edad; y estreñimiento.
Además de los criterios de diagnóstico esenciales, un número de condiciones específicas permite a los médicos eliminar un
diagnóstico del síndrome de Rett. A estos se les conoce como criterios de exclusión.
Los niños que cumplen con alguno de los criterios siguientes no padecen
del síndrome de Rett: recrecimiento de los órganos
del cuerpo u otras muestras de la enfermedad de
almacenamiento, pérdida de la visión debido a un trastorno de la retina o
atrofias ópticas, microcefalia congénita,
trastornos metabólicos identificables u otros trastornos degenerativos
congénitos,
trastornos neurológicos adquiridos por una
infección o trauma severos de la cabeza, evidencia de un retraso en el
crecimiento
en el útero, o evidencia de daños cerebrales
adquiridos después del nacimiento.
No existe cura para este síndrome. El tramiento es sintomático y de apoyo.
Pueden requerirse medicamentos para controlar las irregularidades
respiratorias y las dificultades motoras y se
pueden utilizar drogas antiepilépticas para controlar las convulsiones.
Debe
haber supervisión regular para la escoliosis y
las posibles anormalidades del corazón. La terapia ocupacional (en la
cual
los terapistas ayudan a los niños a desarrollar
las capacidades necesarias para realizar actividades autónomas-
ocupaciones
-por ejemplo, vestirse, alimentarse y realizar
labores artísticas o artesanales), la fisioterapia y la hidroterapia
pueden
prolongar la movilidad. Algunos niños pueden
requerir equipo y ayuda especiales, tales como soportes para detener la
escoliosis,
férulas o tablillas para modificar los
movimientos de la mano y programas alimenticios para ayudarles a
mantener el peso adecuado.
También se pueden requerir en algunos casos
servicios especiales académicos, sociales, vocacionales y de ayuda.
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