La cartera de servicios comunes de atención primaria contempla la atención a personas mayores que debe abarcar lo siguiente:
1.Actividades de
promoción y prevención en relación a:
◦Alimentación saludable y ejercicio
físico.
◦Identificación de
conductas de riesgo.Prevención de caídas y otros accidentes.
◦Detección precoz del
deterioro cognitivo y funcional.
◦Detección precoz del
deterioro físico, con especial énfasis en el cribado de hipoacusia, déficit
visual e incontinencia urinaria.
◦Consejo y seguimiento
del paciente polimedicado y con pluripatología.
2.Detección y
seguimiento del anciano de riesgo, según sus características de edad, salud y
situación sociofamiliar.
3.Atención al anciano
de riesgo: Valoración clínica, sociofamiliar y del grado de dependencia para
las actividades de la vida diaria. Esta valoración conlleva la elaboración de
un plan integrado de cuidados sanitarios y la coordinación con atención
especializada y los servicios sociales, con la finalidad de prevenir y atender
la discapacidad y la comorbilidad asociada.
4.Atención domiciliaria
a personas mayores inmovilizadas, incluyendo información, consejo sanitario,
asesoramiento y apoyo a las personas vinculadas al paciente, especialmente al
cuidador/a principal.La atención geriátrica constituye una asignatura pendiente en nuestro país. todavia existen zonas en las que faltan servicios de geriatria de referencia.
Así, en muchas ocasiones, cuando los
profesionales de atención primaria se ven desbordados por la complejidad de
determinados pacientes geriátricos y deciden consultar con atención
especializada, suele ocurrir que los portadores de ciertos problemas como son
por ejemplo la pluripatología, las caídas, la incontinencia urinaria, el
deterioro funcional o mental de reciente aparición no son bien recibidos por
las especialidades médicas habituales, ya que no se encuentran específicamente preparadas
para resolver problemas de esta índole. En otros casos, se intenta aplicar a
personas de edad muy avanzada una serie de soluciones que si bien resultan
útiles en edades anteriores no son ya prácticas en este grupo de edad, como por
ejemplo programar traslados diarios en ambulancia de personas incapacitadas
para realizar unos minutos de rehabilitación, o solicitar citaciones en las
consultas de múltiples especialistas que transforman la búsqueda de diagnóstico
en un difícil y molesto peregrinaje, o la prescripción de medicaciones de
manejo demasiado complicado para la situación mental o sensorial de algunos pacientes,
etc.
Se da el caso,
frustrante para el profesional de atención primaria, que una vez detectado un
problema, éste no puede ser solucionado por no existir un servicio de geriatría
de referencia donde aplicar los medios para el tratamiento, con lo que existe el riesgo real
de desánimo de búsqueda de problemas de salud que no van a poder tratarse posteriormente.
Esto es especialmente frecuente en casos de necesidad de recuperación
funcional/rehabilitación, incontinencia urinaria, inmovilismo y deterioro
cognitivo.
Otro problema de
consecuencias similares es la derivación o consulta «tardía» al servicio de
geriatría, si se tiene la fortuna de tenerlo, cuando poco puede hacerse ya por la mejoría del paciente.
Este hecho ocurre a
causa de la imagen «protésica» o «paliativa» que tiene la especialidad en
nuestro país.
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