Un 23 de abril de 1616 fallecieron personalidades como Cervantes, Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega. Igualmente se conmemora en esa fecha el nacimiento o muerte de otros autores prominentes como Maurice Druon, Haldor K. Laxness, Vladimir Nabokov, Josep Pla y Manuel Mejía Vallejo.
La celebración de este día fue una decisión espontánea tomada en la Conferencia General de la UNESCO que se celebró en París en 1995, para rendir un homenaje universal a los libros y autores.
"Ventana abierta a la diversidad de las culturas y puente tendido entre las civilizaciones, vector de valores, de saberes, del sentido estético y de la imaginación, el libro es ante todo obra de la inteligencia, la creatividad y la cultura humanas: por ello enriquece el patrimonio inmaterial de la humanidad..." (Koïchiro Matsuura, Director General de la UNESCO).
Pero el motivo de este artículo no es lo dicho con anterioridad, que también, sino el hacer hincapié en algo verdaderamente importante y es la gran importancia que tiene la lectura sobre el estado cognitivo.
Dos científicos, Uchida y Kawashima en el año 2008 pusieron a prueba la hipótesis del ejercicio mental, según la cual el declive intelectual asociado al envejecimiento es menos pronunciado entre las personas que se mantienen mentalmente activas. Para su estudio, reclutaron un total de 124 personas de 70 a 86 años de edad, todos ellos sanos. La mitad de ellos participó activamente en un programa de entrenamiento cognitivo y la otra mitad no.
Los participantes que recibían el entrenamiento cognitivo, diariamente, durante un período de 6 meses debían resolver problemas aritméticos y realizar ejercicios de lectura que habían sido organizados sistemáticamente por niveles de dificultad.
Entre los problemas aritméticos, el nivel más bajo implicaba realizar sumas de un dígito (por ejemplo, 5 + 6 = ¿?) y el nivel más alto divisiones de tres dígitos (por ejemplo: 735 / 6 = ¿?).
Entre los ejercicios de lectura, el nivel más bajo implicaba la lectura y escritura de oraciones simples, mientras que el nivel más alto requería la lectura en voz alta de cuentos clásicos.
La dificultad de todos los problemas planteados se ajustaba individualmente a cada persona.
Uchida y Kawashima aplicaron varias pruebas psicológicas al comienzo del estudio y al final del mismo.
Encontraron que los participantes en el programa de entrenamiento mejoraban sus puntuaciones en los test de funciones ejecutivas y razonamiento (Frontal Assessment Battery) así como en los test de velocidad de procesamiento de la información (Digit Symbols Substitution test). Además, estos logros se mantuvieron estables 6 meses después de haber finalizado el programa de intervención.
Es importante recalcar que las pruebas de funciones ejecutivas y velocidad de procesamiento no requieren operaciones mentales de cálculo ni de lectura, sino que pertenecen a otros dominios intelectuales. Por eso, los investigadores demostraron que se producía una mejora general de las funciones cognitivas, y no solamente en aquellas tareas que habían sido entrenadas.
En resumen, la investigación confirmaba la hipótesis del ejercicio mental: el entrenamiento cognitivo puede mejorar las funciones intelectuales de las personas mayores sanas.
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