lunes, 6 de julio de 2015

Síndrome de Hybris

 
Narciso, de Caravaggio

Los griegos fueron los primeros que utilizaron la palabra "hybris" (en griego antiguo ὕβρις hýbris) para definir el concepto del héroe que conquista la gloria y que, ebrio de poder y de éxito, comienza a comportarse como un dios, capaz de cualquier cosa.
Y el síndrome de Hybris fue descrito hace años por David Owen que fue ministro de Asuntos Exteriores británico en la década de los 70 del pasado siglo y que, como además era neurólogo, escribió un libro "En la enfermedad y en el poder", en el que habla de una patología que afecta a determinados políticos con alta responsabilidad de gobierno, que se inicia desde una megalomanía instaurada y termina en una paranoia acentuada.
“Hybris” significaba en tiempos de Eurípides simplemente “desmesura psicológica” en aquellos que habían atravesado la frontera de sus posibilidades humanas cuando se les había conferido “poder”, haciéndolos rígidos, egocéntricos, crueles, prepotentes y en el fondo irracionales.
El síndrome se caracteriza por persistencia en el error e incapacidad para cambiar el rumbo en su toma de decisiones. Aunque algunos autores lo consideran más bien un estado al que se llega por tener unas condiciones personales psíquicas específicas y unos déficits concretos. No podríamos etiquetarlo de enfermedad porque al fin y al cabo el que lo padece sabe a ciencia cierta que está encasquillado en un error de cálculo pero no es capaz de admitirlo, y ello le lleva a tener posturas rígidas, egocéntricas e irreales. Si la intensidad fuera lo suficiente sí podríamos hablar de un Síndrome Paranoide.No es justo, ni ético, ni científico que los dirigentes de un país no pasen ningún tipo de filtro tanto de salud física como psíquica para ser designado previamente por su partido como candidato idóneo. Y debería estar estipulado por ley (Legislación Electoral) un criterio de selección como en cualquier otro puesto del Estado.



 

 


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