Se denomina cuperosis al conjunto de lesiones vasculares producidas en el rostro y que se agravan durante estas fechas con la llegada del frío y los cambios bruscos de temperatura a los que estamos sometidos por el uso de calderas o calefacciones.
La cuperosis es más común en mujeres que en hombres pero afecta en general a individuos con la piel clara, fina y delicada, con tendencia seca y frágiles al sol. Aunque su principal factor de aparición radica en los cambios de temperatura y la exposición al frío, hay otras circunstancias que provocan su aparición, como pueden ser trastornos de tipo alimenticio o nervioso, factores hormonales provocados, entre otros, por embarazos y enfermedades, o principalmente por cuestión hereditaria. El 56% de los casos corresponden a personas con antecedentes familiares de cuperosis.
Como siempre, la mejor solución para un problema es la prevención. En el caso de la cuperosis es muy importante proteger la piel del frío y el sol, de los cambios bruscos de temperatura y, además de evitar sal, alcohol, alimentos picantes y tabaco, hay que hacer lo imposible para evitar cualquier emoción que pueda hacer subir la presión arterial.
Para el cuidado diario, podemos usar cremas descongestivas, tonificantes y calmantes que mejoren nuestra circulación así como cremas de protección solares. Es conveniente también no utilizar jabones para la cara, ni lociones con alcohol y tener cuidado con la cal del agua del grifo.
Para tratar la cuperosis se pueden utilizar varios métodos y técnicas, que irían desde el mero hecho de camuflarlo bajo maquillaje hasta la aplicación de drenajes linfáticos o la última tecnología láser.
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