El hipo o singulto es una contracción espasmódica (mioclonia), involuntaria y repetitiva del diafragma y los músculos intercostales que provoca una inspiración súbita de aire. Esto provoca un estrechamiento de la abertura entre las cuerdas vocales, que se cierran repentinamente, provocando su sonido característico. Se trata de un acto reflejo pero, a diferencia del estornudo o el reflejo de la tos, el hipo no cumple ninguna función protectora conocida. El hipo es común y normal en recien nacidos y en bebés.
Castigo de Júpiter para los romanos, una señal de mentira para los cortesanos ingleses de la Edad Media o una bendición para algunos pueblos asiáticos, el hipo siempre se manifiesta en las mismas circunstancias: Normalmente cuando comemos o bebemos demasiado rápido, consumimos refrescos carbonatados, tomamos alcohol, sufrimos gases o tenemos ansiedad. Otras veces es consecuencia de cirugia abdominal, enfermedades o trastornos que irriten el nervio frénico que inerva el diafragma, tumores o enfermedades cerebrales ... etc.
Por regla general el hipo no es peligroso. Su duración media es de dos minutos y, aunque es normal que su presencia se alargue durante mucho más tiempo resultando verdaderamente molesto, sigue siendo inofensivo. Cosa distinta es lo que se conoce como hipo persistente, aquel que tiene una duración superior a las 48 horas, y el hipo refractario, que dura más de un mes y, en algunos casos extremos, varios años.
Lo cierto es que, pese a que hay cientos de estudios al respecto –ya Hipócrates y Galeno prestaron atención al asunto–, los científicos no han llegado a una conclusión sobre cuál es la mejor forma de acabar con el hipo. En parte, porque no todos los métodos funcionan igual en todas las personas, en parte porque, por muy mal que se dé la cosa, es muy extraño que el hipo sea un problema verdaderamente importante.
Dado este vacío científico, el tratamiento del hipo es un territorio abonado para motivar debates familiares Basta que alguien escuche 'hip' para que estalle una discusión sobre las mejores formas de acabar con el hipo: beber al revés (¿?) aguantar la respiración, recibir un susto…
Dada las características del hipo, se puede acabar mediante tres ejercicios principales (y, en ocasiones, tendremos que alternarlos todos). Aguantando la respiración o bajar el ritmo de la misma,
Aunque conocemos qué ocasiona el hipo (la contracción del diafragma) no está tan clara su causa subyacente. Según algunos científicos, este acto reflejo se debe a una bajada del dióxido de carbono en sangre, algo que puede solucionarse con diversos ejercicios de respiración.
En ocasiones, se puede eliminar el hipo aguantando la respiración durante un tiempo, en otras basta con tratar de bajar el ritmo de ésta o realizando ejercicios para relajar el músculo responsable: puedes tumbarte en el suelo y llevar las rodillas hasta tu pecho, manteniendote en esta posición un par de minutos, también puedes agacharte hacia delante y tratar de tocar tus pies con las manos, lo que hará que se comprima el pecho aliviando, con suerte, el espasmo y, también, hay un ejercicio de respiración que sirve para presionar el diafagma: respira hondo para alcanzar el espacio situado debajo de tus costillas y aprieta el músculo hasta que se calme.
En ocasiones, lo único que conseguimos intentando cientos de métodos para acabar con él es empeorar la situación pues, como explicábamos antes, la ansiedad es uno de sus principales desencadenantes. Si te olvidas del hipo, probablemente desaparezca solo. El famoso método del susto para acabar con el hipo se basa en esta premisa: si hay algo que te llama mucho la atención tu cuerpo entra en alerta y el diafragma se relaja.
Aunque este método puede funcionar, lo cierto es que no es definitivo. Funciona en algunas personas, y en otras no. Pero hay otra estrategia que, según explicó en el British Medical Journal el doctor Rhys H. Thomas, pediatra del Gloucestershire Royal Hospital, es un “método milagroso” para acabar con el hipo.
La técnica consiste en llenar un vaso de agua, taponar tus orejas y tragar poco a poco, pero sin pausa, todo el líquido. Thomas insiste en que funciona de verdad: “Soy un converso tardío a este método milagroso. Antes era partidario de beber en el lado contrario del vaso (¿beber al revés?). Pero, en mi experiencia personal, el método es prácticamente infalible si se aplica correctamente”.
Thomas explica que basta con beber entre 20 y 30 mililitros de agua. Hay quien se ayuda de una pajita aunque él asegura que no es necesario. Lo importante es mantener taponadas las orejas hasta beberse todo el líquido.
¿Por qué funciona este método? La mayor parte de las curas del hipo se basan en interrumpir la irritación del nervio frenico o el nervio vago, que forman parte del arco reflejo. Aumentar la presión intratorácica es suficiente para acabar con los espasmos, y no hace falta volverse loco para lograrlo.
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