lunes, 4 de enero de 2016

Hemorroides


Las hemorroides, también llamadas almorranas, son venas inflamadas de forma excesiva en el ano o en la zona baja del recto. Cuando aumentan patológicamente de tamaño o se deslizan hacia el exterior, provocan molestias como picor, dolor o ardor.
Se considera que existe enfermedad hemorroidal cuando se detectan dilataciones varicosas en las venas hemorroidales.
Las hemorroides patológicas se dividen en internas, si se encuentran por arriba de la línea pectínea o dentada del conducto anal, y externas las que se encuentran distales o por abajo de la línea dentada.
No se sabe la causa exacta que produce la inflamación de las hemorroides, pero se han identificado factores de riesgo que predisponen a padecerla. Las principales causas son: factores hereditarios, estreñimiento, diarrea, embarazo, malos hábitos alimentarios, mala hidratación, postura inadecuada, grandes esfuerzos durante el ejercicio físico, esfuerzo durante las deposiciones, represión del deseo de ir al baño ... 
Las manifestaciones clínicas más frecuentes de las hemorroides son: rectorragia -sangrado- (sangre roja), prolapso, secreción y dolor .
Una vez en la consulta coloproctológica, el diagnóstico consiste primeramente  en la realización de una historia clínica con los antecedentes médicos del paciente y los síntomas que presenta, para una posterior exploración manual por parte del médico.
En los casos en los que las hemorroides no son externas, sino internas, el especialista le prescribirá una rectoscopia o colonoscopia para la confirmación de la enfermedad.
La mayoría de las personas mejoran sus síntomas con medidas higiénico-dietéticas, o con tratamientos conservadores o mínimamente invasivos. La cirugía, reservada para casos graves o con complicaciones, actualmente solo se utiliza en un 5% de los casos. 
El tratamiento de las hemorroides depende del grado de inflamación o trombosis de la vena afectada de la zona rectal.
En los casos leves, la mayoría de las personas mejoran sus síntomas con medidas higiénico-dietéticas, o con tratamientos conservadores o mínimamente invasivos. El tratamiento más habitual suele consistir en la aplicación de pomadas con anestésicos y antiinflamatorios locales y los denominados baños de asiento con agua templada y sal. Esta práctica consiste en realizar baños de la zona afectada varias veces al día con agua templada y sal.
La cirugía, reservada para casos graves o con complicaciones, actualmente solo se utiliza en un 5% de los casos. En estos casos, cuando la inflamación o estrangulación de la vena rectal es muy grande, se suele recurrir a una intervención quirúrgica denominada hemorroidectomía, una intervención sencilla y, normalmente, de carácter ambulatorio, en la que se extirpan los paquetes hemorroidales. En caso de padecer sangrado lo más frecuente es realizar una ligadura o banding, un procedimiento no quirúrgico que se efectúa en la propia consulta
Cuando una hemorroide externa está muy estrangulada se realiza, en la propia consulta y bajo anestesia local, una mínima incisión en la hemorroide, permitiendo la expulsión de sangre y extirpando la piel sobrante. Este tratamiento consiste en un proceso prácticamente indoloro que no requiere ingreso hospitalario y el paciente puede incorporarse inmediatamente a su rutina diaria
Cuando se produce el prolapso de forma frecuente o provoca malestar, se debe tratar quirúrgicamente. En caso de producirse una trombosis en las hemorroides externas de forma repetida, deben extirparse.



 


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