martes, 12 de junio de 2018

Humanitarismo y tecnología sanitaria

Desde el momento en que decidí escribir sobre el asunto del titulo tuve mis dudas: ¿Humanismo o Humanitarismo? Finalmente me incline por este último término, a costa de ir en contra de la mayoría. Su significado se aproxima más a lo que los médicos queremos trasladar a la sociedad. Lo humanitario es aquello que mira o se refiere al bien del género humano, a todo aquello que alivia las calamidades que afectan a las personas que las padecen, mientras que el humanismo se refiere más bien al cultivo o conocimiento de las letras humanas o bien a una doctrina o actitud vital basada en una concepción integradora de los valores humanos.
No obstante, el médico debe cultivar el humanismo, quién carezca de cultura humanística, según el eminente humanista y  cardiólogo mexicano Ignacio Chavez, podrá ser un gran técnico, podrá ser un sabio en su ciencia; pero en lo demás no pasará de un barbero, ayuno de lo que da la comprensión humana y de lo que fija los valores del mundo moral.
Pero entremos en la controversia tecnología sanitaría versus humanitarismo. De forma simplificada la tecnología podemos definirla como el estudio sistemático de técnicas para hacer cosas. La tecnología sanitaria  (o tecnología de la salud) es una amplia gama de productos para el cuidado de la salud y que, en una forma u otra , se utiliza para diagnosticar, vigilar o tratar cada enfermedad o condición que afecta a los seres humanos. Hoy en día es necesario un conocimiento lo más completo posible del cuerpo humano y de su funcionamiento (no se entendería una medicina moderna sin esta realidad). El funcionamiento equilibrado, armónico, de la admirable máquina que es el cuerpo humano constituye el principal objetivo del médico, conservar la salud. Pero el médico no sería tal si sólo se ocupara de lo anterior.
No vamos a entrar en una crítica antitecnológica ni en una defensa a ultranza del humanitarismo, sólo se pretende hacer un llamamiento a los profesionales sanitarios para que no olviden los valores propios de este último. La complejidad de la práctica médica actual, incluyendo el desarrollo de especialidades que alejan al médico del contacto directo con los pacientes ha devenido en  diluir la relación médico-paciente.
Proyectos de gran calado, propiciados por magníficos profesionales, como HUCI, HONCOR, HUGES, van calando entre los  profesionales sanitarios contribuyendo a una atención más humana, más cercana al paciente.
El médico debe distinguir entre la enfermedad y el padecimiento. La enfermedad es la causa de su padecimiento, pero lo que le lleva a la consulta es éste último. Y es aquí donde debemos centrar nuestra atención. Cuidar y acompañar precisa de conocer a la persona y su contexto, de "comprender" todo aquello que influye y determina su enfermedad.
Dice Tzvetan Todorov que "el conocimiento de lo ajeno sirve para el enriquecimiento propio. La falta de curiosidad por los otros es un signo de debilidad, no de fuerza", y eso es algo que el médico no debe dejar de lado, el que intenta curar y aliviar  debe sentirse cercano, lo más próximo al paciente. Y para ello debe haber algo tan básico en la comunicación como es la escucha, dejar que el paciente pueda expresar sus dudas, preocupaciones, miedos y ansiedades y se sienta escuchado.
La tecnología y el humanitarismo pueden y deben convivir y tendrán que ir de la mano en una sociedad en continuo cambio donde la única constante es el compromiso afectivo.
"Puedo entender que los sanitarios no me curen, pero no entendería que no me cuidasen" Albert Jovell
¿Humanizar la medicina? Una gran mentira
Albert Jovell, el médico que dio voz a los pacientes

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