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martes, 19 de diciembre de 2017

aciduria 3-metilglutacónica (3-MGA) de tipo 1

También denominado Deficiencia de 3-metilglutaconil CoA hidratasa, Deficiencia de 3MG-CoA hidratasa y MGA 1. La aciduria 3-metilglutacónica (3-MGA) de tipo I es un error innato en el metabolismo de la leucina, con un fenotipo clínico variable que va desde un leve retraso en el habla a un retraso psicomotor, coma, retraso del crecimiento, acidosis metabólica y distonía. El trastorno es muy raro; de hecho, se han registrado menos de 20 casos hasta el momento. Las manifestaciones clínicas suelen aparecer en el periodo neonatal o durante el primer año de vida, pero el diagnóstico no puede hacerse hasta un poco más tarde en la infancia. Algunos de los pacientes registrados también mostraron hipoglucemia, tetraparesia espástica, microcefalia, déficit neurológico progresivo, convulsiones, vómitos, atrofia de los ganglios basales, hipotonía grave y hepatomegalia. El síndrome se hereda como un rasgo autosómico recesivo y está causado por mutaciones en el gen AUH (cromosoma 9) que codifica para la 3-metilglutaconil CoA-hidratasa, una enzima implicada en la degradación de la leucina. Puesto que el cuadro clínico es variable e inespecífico, el diagnóstico debe hacerse por determinación de la actividad 3-metilglutaconil CoA-hidratasa en fibroblastos o leucocitos, por análisis cuantitativo de la excreción urinaria de ácido orgánico o, más recientemente, mediante análisis de los fluidos corporales por espectroscopía de RMN. Los pacientes con 3-MGA de tipo I se pueden distinguir de los que tienen otras formas de 3-MGA (tipos II, III y IV; véanse estos términos) por el patrón distintivo de excreción de metabolitos: los niveles de ácido 3-metilglutacónico son muy elevados (más de los detectados en otras formas de 3-MGA), mientras que los niveles de ácido metilglutárico suelen ser sólo ligeramente elevados y hay un alto nivel de excreción del ácido 3-hidroxiisovalérico (no presente en otras formas de 3-MGA). Es posible realizar un diagnóstico prenatal mediante la detección de altos niveles de ácido 3-hidroxiisovalérico en el líquido amniótico o mediante análisis enzimático de amniocitos cultivados. El tratamiento es, en gran medida, sintomático, y el manejo dietético con una modesta restricción de leucina y el enriquecimiento con L-carnitina pueden resultar beneficiosos en algunos casos.

sábado, 10 de octubre de 2015

Síndrome de Aicardi-Goutières



 Gastrostomia
El síndrome de Aicardi-Goutières (AGS) es una encefalopatía subaguda hereditaria caracterizada por la asociación de calcificación de los ganglios basales, leucodistrofia y linfocitosis del líquido cefalorraquídeo. En la literatura se han publicado más de 120 casos. 
La mayoría de neonatos afectados nacen a término y presentan parámetros de crecimiento normales. Los síntomas aparecen en los primeros días o meses de vida con una encefalopatía subaguda grave (problemas de alimentación, irritabilidad, regresión o retraso psicomotor), asociada a epilepsia (53% de los casos), sabañones en las extremidades (43%) y episodios febriles asépticos (40%). Los síntomas progresan durante algunos meses (aparición de una microcefalia y de un síndrome piramidal), antes de estabilizarse. Sin embargo, se han descrito formas más moderadas: inicio después del año de edad, conservación relativa del lenguaje y de las funciones cognitivas, y perímetro craneal normal. Se observa habitualmente una variabilidad fenotípica inter e intrafamiliar. La transmisión es mayoritariamente autosómica recesiva, aunque se han descrito casos de transmisión autosómica dominante. En 2006, se identificaron las mutaciones responsables de la enfermedad en 4 genes.
La calcificación (afectando los ganglios basales y la materia blanca), la leucodistrofia quística (de predominancia frontotemporal) y la atrofia cortical-subcortical constituyen los principales hallazgos para el diagnóstico, asociados normalmente a una atrofia del cuerpo calloso, tronco cerebral y cerebelo. Los niveles elevados de INF-alfa y la linfocitosis en el líquido cefalorraquídeo son hallazgos frecuentes aunque no constantes (90% y 70% de los casos, respectivamente), pero tienden a normalizarse al cabo de pocos años. El diagnóstico se confirma mediante el análisis de los 4 genes implicados. Los principales diagnósticos diferenciales son las infecciones congénitas de tipo TORCH. TORCH corresponde a las iniciales en inglés de toxoplasmosis, rubéola, citomegalovirus, herpes simple y VIH, pero también puede incluir otras infecciones en los recién nacidos. 
El diagnóstico prenatal puede realizarse por análisis molecular del líquido amniótico o del trofoblasto. El tratamiento es sintomático (manejo de los problemas de alimentación, del déficit psicomotor y de la posible epilepsia). En un 80% de los casos que presentan la forma más grave, los niños mueren antes de los 10 años. Sin embargo, la esperanza de vida puede ser mayor para las formas más moderadas.