martes, 12 de abril de 2016

Urgencias y emergencias hipertensivas

La hipertensión arterial constituye una de las afecciones crónicas más frecuentes en la sociedad occidental. La prevalencia oscila en nuestro país entre el 20 y el 30 % de la población general, aumentando incluso hasta el 60 o el 70 % en los mayores de 65 años.
La importancia de la hipertensión arterial radica en la relación existente entre esta y los eventos cardiacos y cerebrovasculares.
Si se consideran las urgencias hipertensivas su prevalencia se sitúa entre el 1 y el 7 % del total de las urgencias entendidas en medios ambulatorios y hospitalarios. En el ámbito rural, la relación urgencia hipertensiva/emergencia hipertensiva se calcula que puede ser 50/1, muy alejada de lo establecido por otros grupos que observan que la relación de urgencias hospitalarias entre unas y otras fue de 3/1. Si solo tenemos en cuenta los medios hospitalarios la prevalencia se sitúa en el 7%, llegando en algún estudio hasta el 25 % del total de las urgencias hipertensivas.
Pero aclaremos algunos de los conceptos que se manejan pues existe una importante confución terminológica. La crisis hipertensiva es toda elevación tensional aguda que motive una consulta
médica urgente. De una forma arbitraria y poco académica sería toda elevación grave de la presión arterial diastólica superior a los 120-130 mmHg o de sistólica por encima de 210 mmHg.
Y basándonos en una clasificación más consensuada cabría distinguir entre emergencias hipertensivas que serían aquellas elecaciones tensionales acompañadas de lesión en los órganos diana (corazón, cerebro, riñón...) y que entraña un compromiso vital inmediato. Son situaciones que requieren un control inmediato hospitalario y la administración de medicación por via parenteral. Por el contrario, las urgencias hipertensivas relativas cursarían sin lesión de esos órganos diana
aunque cursen con alguna sintomatología leve y permitiendo una corrección gradual entre las 24-48 horas siguientes del comienzo de la elevación tensional, mediante la administración de un fármaco oral. Finalmente las Falsas Urgencias Hipertensivas
que se caracterizan por elevaciones de la tensión arterial producidas por estados de excitación o de ansiedad. No precisan de tratamiento especifico y ceden con la desaparición de la causa que las motivo.

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