El inicio puede ser agudo o insidioso. Si hay un trauma agudo, los pacientes pueden recordar detalles concretos del impacto. Normalmente, el dolor es crónico e intermitente en la región del trocánter mayor de la cadera que puede irradiar a la parte lateral del muslo en más del 40% de los casos. Los síntomas se agravan cuando el paciente se acuesta sobre el lado afectado, pudiendo ser tan intenso que llegue a despertar al paciente durante la noche.
Los movimientos de rotación interna o externa de la cadera, caminar, correr, estar de pie durante un tiempo prolongado o subir escaleras pueden empeorar los síntomas.
Un aspecto importante en este tratamiento es analizar todos aquello factores predisponentes que presente el paciente y corregirlos.
Cuando fallan los anteriores tratamientos, o bien si el cuadro es muy intenso, se plantean las inyecciones locales de corticoides y anestésicos locales (infiltraciones).
Las inyecciones locales de corticoides se vienen realizando desde los años 60, y está bien estudiada su eficacia y efectos secundarios. Se sabe que la respuesta es positiva en un 70-90% de los casos, aunque hay hasta un 25% de recaídas en los siguientes 12 meses.
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