Aspergillus fumigatus
La aspergilosis invasiva junto con la aspergilosis crónica pulmonar y la aspergilosis broncopulmonar alérgica, constituyen las formas clínicas de aspergilosis.
Aunque el número de especies de Aspergillus spp. es muy numeroso, Aspergillus fumigatus-complex es el agente etiológico más frecuente, independientemente de la forma clínica y la afección de base del paciente
El incremento de los diferentes tratamientos inmunosupresores y el mayor uso de corticoides en pacientes con enfermedad obstructiva crónica han condicionado un mayor protagonismo de la aspergilosis en los últimos años
Hay varias formas de aspergilosis:
Aspergiloma: Tumor que se desarrolla en una zona de cicatrización pulmonar o enfermedad pulmonar previa, como un absceso pulmonar o una tuberculosis
Aspergilosis pulmonar de tipo broncopulmonar alérgica: Se trata de una reacción alérgica al hongo que en general se presenta en personas que ya han padecido problemas pulmonares como fibrosis quística o asma
Aspergilosis pulmonar de tipo invasivo: Infección grave con neumonía que puede diseminarse a otras zonas del cuerpo. Suele ocurrir en personas con sistema inmunitario debilitado como consecuencia de leucemia, Sida, cáncer, quimioterapia, transplante de órganos, medicamentos u otras afecciones que disminuyen la cantidad de glóbulos blancos y debilitan el sistema inmunológico
El aspergiloma, generalmente, no se trata con antimicóticos, salvo que haya sangrado en el tejido pulmonar. En este caso es necesaria cirugía.
La aspergilosis invasiva se trata con un fármaco antimicótico llamado voriconizol, vía oral o vía intravenosa.
La endocarditis causada por Aspergillus debe tratarse con extirpación quirúrgica de las válvulas cardíacas infectadas. También será necesario terapia antimicótica a largo plazo.
Los antimicóticos por si solos no ayudan a las personas con aspergilosis alérgica. Este tipo de aspergilosis se trata con inmunodepresores, en general prednisona vía oral.
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