viernes, 19 de febrero de 2016
Síndrome del acento extranjero
El síndrome del acento extranjero (SAE o FAS según las siglas inglesas; Foreign Accent Syndrome) o también llamado acento pseudoestranjero, fue descrito por Pierre Marie en 1907 al observar el caso de una paciente que padecía el ahora conocido como síndrome del acento extranjero: se trataba de una parisina que, tras sufrir un accidente cerebrovascular que le paralizó el lado derecho del cuerpo, empezó a hablar con acento alsaciano. Otro caso histórico proporcionó más detalles sobre el asunto. En 1943, Georg Herman Monrad-Krohn (1884-1964), experto en alteraciones del habla, documentó la historia de Astrid L., una mujer noruega que sufrió lesiones en la parte izquierda del cerebro a causa de un trozo de metralla que la alcanzó durante un ataque aéreo. Tras pasar varios días inconsciente, despertó con una hemiplejia derecha. Al principio presentaba dificultades para nombrar objetos (por ejemplo, una caja de cerillas) y cometía muchos errores gramaticales al hablar. Con el tiempo, aprendió a expresarse de manera correcta y fluida. Sin embargo, su acento recordaba al alemán, una situación poco afortunada en esos tiempos de guerra.
Se caracteriza este síndrome por un déficit del habla en el que se ve alterada la prosodia y la segmentación del lenguaje, por lo que se percibe como un acento extranjero. En la mayoría de los casos es debido a una lesión en el sistema nervioso central
Hoy en día el SAE no se asocia a ninguna estructura anatómica cerebral específica, sino, que diversas lesiones corticales y/o subcorticales de pequeño tamaño pueden producir el síndrome.
Este efecto es inevitable para la propia persona y, por su brusca aparición, suele traer como consecuencia problemas emocionales relacionados con la pérdida de identidad personal y del sentido de pertenencia a una comunidad.
Según científicos que han estudiado esta afección lo que sucede es que la persona no adquiere el acento sino que se modifican los patrones del habla. El traumatismo en el cerebro hace que la persona afectada cambie la longitud de las sílabas, altere el tono o pronuncie mal ciertos sonidos.
El tratamiento para este síndrome está dirigido a lograr que los pacientes recuperen su acento original, para así solucionar los trastornos emocionales que acompañan a dicho síndrome.
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