lunes, 19 de octubre de 2015
Unidad de Aislamiento de Alto Nivel del Gómez Ulla
Más de un año después de la llegada de los dos misioneros contagiados de ébola en África y trasladados a España, y del contagio de la auxiliar de enfermería Teresa Romero, la planta 22 del Gómez Ulla está ya lista para atender casos como aquellos que pudieran surgir. Pero también para atender a miembros de las Fuerzas Armadas que pudiesen contagiarse de cualquier patógeno poco frecuente en misiones en el extranjero, amenazas bacteriológicas, enfermedades emergentes (como el coronavirus) o infecciones respiratorias altamente contagiosas (como la tuberculosis extremadamente resistente).
El rediseño definitivo de la Unidad la dejó en ocho habitaciones, a las que se les suma una zona de trabajo de Enfermería, áreas de personal facultativo, espacios de descanso, almacenes y un laboratorio de nivel BSL2 (Bio Safety Level 2). Las instalaciones no solo debían cumplir con las recomendaciones de organismos como los centros para el control de enfermedades de Atlanta (Estados Unidos) o de Europa, sino también del Eunid, o lo que es lo mismo, el grupo European Network of Infectious Diseases que formaron 16 países (entre ellos, España) con el fin de dar respuesta a las amenazas expuestas líneas arriba. Y con una mirada especial sobre el bioterrorismo.
Aislada del resto del hospital y próxima al helipuerto de la azotea, la unidad cuenta habitaciones con dos esclusas cada una: una para que el personal sanitario se pueda vestir con los trajes de protección EPI (equipos de protección individual) y otra, llamada de sucio, para que se retiren el mono de bioseguridad siguiendo cuidadosamente todos los protocolos.
Desde un control central, varias pantallas de televisión vigilan el interior de las habitaciones y controlan la apertura y cierre de todas las puertas por control remoto.
Suelos y paredes de un material que permiten su desinfección, circuitos aislados de ventilación, filtros especiales, una ducha de descontaminación que separa las habitaciones de las zonas comunes (como el laboratorio, los vestuarios o el área de descanso de los profesionales)... Incluso un ascensor exclusivo que permitiría la llegada de un afectado en una cápsula de aislamiento directamente desde la calle, sin necesidad de pasar por ninguna otra área del centro.
En la planta 22 están previstas además ocho habitaciones más para poder aislar a pacientes de riesgo, pero no tan contagiosos como los del ébola (por ejemplo, casos en cuarentena). Aunque eso será ya el año que viene, como admitía Fe Marqués.
La planta no va a estar inactiva mientras no se produzcan casos de ébola, sino que las recomendaciones internacionales señalan que puedan ir atendiendo otro tipo de pacientes. Aunque de momento no hay una fecha para cuándo podrían empezar a atender pacientes reales ya hay unos 55 profesionales (entre civiles y militares) que han recibido ("y siguen recibiendo") formación para estar en una unidad de estas características. Con el Gómez Ulla, son ya ocho los hospitales en siete comunidades autonómas que cuentan con unidades de aislamiento adecuadas para un posible nuevo caso de ébola en España. Los consensos internacionales que se han seguido para su remodelación también indican que las habitaciones podrían estar listas para recibir a un paciente de alto riesgo en tan sólo seis horas.
Aunque se ha hablado de un presupuesto de unos 6,5 millones de euros, los sucesivos créditos aprobados en varios Consejos de Ministros, así como los 2,5 millones de euros en equipamiento elevan muy por encima de esa cifra el coste total de las obras.
El Hospital Gómez Ulla, que data de finales del siglo XIX, cuenta actualmente con 520 camas para uso civil y militar y desde el año 2010 forma parte de la red sanitaria de Madrid, siendo el hospital de referencia para los distritos de Latina y Carabanchel.
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