martes, 1 de mayo de 2018

En la habitación de al lado


Te has ido sin dolor, asi lo pediste. Tus seres queridos, a tu lado. Algunos no pudimos pero te sentiamos muy cercana. Sufriste en los últimos años pero peleaste con pundonor aún en los momentos más dificiles. Siempre mantuviste la cabeza alta y tu pequeño cuerpo fue apoyado en "Mr. You" y te ayudo a caminar.


Dejas  un recuerdo imborrable  que te mantendrá viva en nuestros corazones. No decepcionaste nunca y eso nos abrió los ojos y conseguirá que nuestro corazón siempre se muestre sensible.

Elegiste la vida y tus sueños para decorarla, la esperanza para sostenerla y la valentia para afrontarla. 

Quisiste ser madre y no lo conseguiste por un "bultito en el pecho" que se cruzó en tu camino. Apóstaste por la vida pero un revés truncó tus deseos. Aún así, viviste la vida con intensidad haciendo felices a muchas personas.

Se que tu vida en los últimos años no fue fácil, lo se con certeza, pero eras feliz en el hogar que te construiste, te sentías a gusto a pesar de tu elegida soledad, unicamente rota por los mensajes de los que te querían y por las visitas de tus familiares más cercanos. 

Como médico siempre has luchado por conseguir una medicina más atenta, más afectiva, más humanizada  pero solo estando al otro lado de la mesa te diste cuenta de que nunca reparaste en lo que era ser paciente. Al final, como tantas otras cosas, lo conseguiste. Y eso te hizo mejor médico y mucho mejor presona.

En una ocasión escribiste que tu visión de las cosas había cambiado en un aspecto de forma radical: habías aceptado tu muerte, tu muerte joven, querias decir. Decias que ya no podias esperar de la vida mucho más, que no había hipocondría y que tampoco tenias miedo. Aceptabas tu enfermedad y considerabas que la propia enfermedad  te había reforzado como persona. Observabas las cosas con más distanciamiento y eso te ayudaba a comprender a los  demás.

Te admiro Maite

Tu y yo sabemos que la muerte no es el final.

Oración


La muerte no es nada, sólo he pasado a la habitación de al lado.
Yo soy yo, vosotros sois vosotros.
Lo que somos unos para los otros seguimos siéndolo
Dadme el nombre que siempre me habéis dado. Hablad de mí como siempre lo habéis hecho. No uséis un tono diferente.

No toméis un aire solemne y triste.
Seguid riendo de lo que nos hacía reír juntos. Rezad, sonreíd, pensad en mí.

Que mi nombre sea pronunciado como siempre lo ha sido, sin énfasis de ninguna clase, sin señal de sombra.
La vida es lo que siempre ha sido. El hilo no se ha cortado.
¿Por qué estaría yo fuera de vuestra mente? ¿Simplemente porque estoy fuera de vuestra vista?
Os espero; No estoy lejos, sólo al otro lado del camino.
¿Veis? Todo está bien.

No lloréis si me amabais. ¡Si conocierais el don de Dios y lo que es el Cielo! ¡Si pudierais oír el cántico de los Ángeles y verme en medio de ellos! ¡Si pudierais ver con vuestros ojos los horizontes, los campos eternos y los nuevos senderos que atravieso! ¡Si por un instante pudierais contemplar como yo la belleza ante la cual todas las bellezas palidecen!

Creedme: Cuando la muerte venga a romper vuestras ligaduras como ha roto las que a mí me encadenaban y, cuando un día que Dios ha fijado y conoce, vuestra alma venga a este Cielo en el que os ha precedido la mía, ese día volveréis a ver a aquel que os amaba y que siempre os ama, y encontraréis su corazón con todas sus ternuras purificadas.

Volveréis a verme, pero transfigurada y feliz, no ya esperando la muerte, sino avanzando con vosotros por los senderos nuevos de la Luz y de la Vida, bebiendo con embriaguez a los pies de Dios un néctar del cual nadie se saciará jamás. 
  
AMÉN




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